Cuando el último domingo de octubre haya que depositar el sobre de votación en la urna va a estar “gordito”: a las papeletas de una elección normal, la lista de diputados y la de senadores con el candidato elegido, habrá que sumar seguramente dos más, por el SI o por el NO. Una de esas hojas, ya se sabe, es para habilitar los allanamientos nocturnos y la otra, seguramente, la referida a la reforma de la seguridad social.
Los allanamientos nocturnos, una vieja idea, que ya fue laudada cuando la ciudadanía no la apoyó y que estaba incluida en el proyecto Vivir sin Miedo que en el año 2019 llevó adelante en solitario Jorge Larrañaga, vuelve de la mano de una de las principales espadas del fallecido ministro del interior.
Ahora es un proyecto de ley elaborado por el senador nacionalista Carlos Camy, que ya cuenta con las firmas necesarias. Se recogieron 71 firmas, que se dividen entre diputados y senadores de la coalición de gobierno y del Partido Ecologista Radical Intransigente (PERI), casi el 55% del Parlamento.
“Hoy tenemos el narcotráfico y el crimen organizado que se vale de este cerrojo que tiene la Constitución donde habilitamos, con orden del juez y para combatir el delito, un allanamiento diurno pero no nocturno”, por lo que “el ‘sagrado inviolable’ del que habla la Constitución es sólo de noche”, explicó el legislador que impulsa la norma.
El avance del narcotráfico y del crimen organizado es la excusa para este nuevo proyecto y se presenta como algo eficaz y que va terminar con este flagelo. Solo basta leer la publicación que hizo el precandidato colorado y abogado penalista Andrés Ojeda: “Hay que tirarle al pecho al narcotráfico, clarito y sin vueltas”.
Se plantea, entonces, que la “falta” de esta medida no permite atacar como se debe el narcotráfico y el crimen organizado. De hecho no se presentan evidencias por parte de los legisladores que el allanamiento nocturno sea eficaz contra el narcotráfico y el crimen organizado en aquellos países donde está autorizado y se sigue la lógica de que el delito se comete de noche, cuando ocurre a cualquier hora del día.
El allanamiento nocturno está enfocado en la boca de drogas, pero ¿alguien puede pensar que solamente la boca es el problema? ¿No será que el problema es el gran narcotráfico, el delito organizado, que incluye también el lavado de activos, la trata de personas? ¿Quién nos garantiza además, que no va a haber en un un gobierno abusivo al estilo Nayib Bukele?
Los allanamientos nocturnos, además, aumentarían los riesgos para los efectivos policiales pero también para la libertad y para la vida de todos los uruguayos. La policía hoy no tiene la tecnología para allanar en la noche. La boca de venta de droga es solamente un síntoma y por supuesto es el centro de los delitos; solo en la zona metropolitana hay alrededor de 3 mil. Y justamente las bocas, si bien son centros donde concentran los delitos que afectan a vecinos, el gran delito no está allí.
En definitiva, este es un gran anuncio demagógico para votos de la gente desesperada, desinformada. Es el mismo discurso de sacar a los militares a la calle para que actúen en la seguridad interna del país para hacer tareas policiales. Los militares no están formados para hacer las tareas policiales. No se puede sacar al ejército a la calle porque nadie nos va a dar garantías de que la historia no vuelva repetirse.
Hoy con la legislación que se cuenta, tanto la policía y como la fiscalía, tienen una batería importantísima de medidas de vigilancia con autorización judicial para el rastreo, seguimiento, detención, e infiltración para atacar el problema y no es necesario hacerlo de noche.
El penalista German Aller dijo a la diaria que desde el punto de vista interpretativo, “nuestro país establecido que la regla es [que] ‘no se allanan hogares’, y la excepción se permite en horario diurno”, pero remarcó que la idea es “preservar algo fundamental, que es el hogar”. Entonces, en lugar de reformar la Constitución, “puede haber soluciones con criterios interpretativos”, señaló Aller, como “analizar con cuidado cuál es el concepto de hogar: poner una cama no es un hogar”.
Otra vez, como con la guerra contra las drogas se va contra el eslabón más débil, contra las mujeres, los niños y los pobres. El gran delincuente, el que usa la ley para lavar dinero y que lo hace a la luz del día en confortables oficinas, está a salvo.
