En las últimas horas falleció el ex ministro de Economía y ex vicepresidente de la República Danilo Astori, líder de Asamblea Uruguay. La noticia no sorprendió; desde hace unos dias Astori estaba internado en el CTI del Casmu y su cuadro respiratorio se había agravado con una fractura de cadera y en la pasada jornada falleció.
Astori logró todo, salvo alcanzar la Presidencia de la República, su máxima aspiración y la de cualquier político que hace de esa actividad el centro de su vida. No llegó al más alto cargo, pero se convirtió en un político influyente desde un lugar eminentemente técnico como lo es el manejo de la economía. Si habría que resumir a Astori se puede decir que fue un muy buen ministro de Economía, un mal dirigente político, con una mezcla de ingenuidad y soberbia en partes iguales. La fortaleza económica del Uruguay, aun con sus vaivenes, fue durante los gobiernos del Frente Amplio responsabilidad de Astori, sin duda. Tuvo aciertos y errores, más aciertos en el manejo de la economía que como dirigente político, pero ha sido reconocido aun por adversarios como un hombre que ha aportado con seriedad en la búsqueda de lo mejor para el país.
Si durante los gobiernos del Frente Amplio hubo políticas sociales, incrementos en las partidas para la educación y para la seguridad y Consejos de Salarios, es porque hubo una política económica que lo ha permitido y eso es mérito de Astori, pero increíblemente ha sido la mayoría de los frenteamplistas los que han conformado buena parte de la principal masa crítica de la política económica, con cuestionamientos a veces increíbles y otras veces rayanos con el insulto.
Cuando se debió dar una señal de estabilidad, siempre se acudió a Astori. Cuando Vázquez, debió dar una fuerte señal, nombró por dos oportunidades a Astori como ministro de Economía. Una vez, la primera, en la campaña de 2004, en pleno gira por Estados Unidos para reunirse con la cúpula del FMI y el banco Mundial y después para las elecciones de 2014 en plena campaña y cuando desde la propia interna del Frente Amplio arreciaban los reclamos de un giro a la izquierda, un salto hacia no sabe dónde.
Pero también lo hizo Mujica, cuando el ministro fue su compañero de fórmula y dejó que manejara la política económica. La presencia de Astori le dio solidez y seriedad a su gobierno. Luego con el devenir del tiempo y el desgaste de la relación Astori-Mujica las cosas se desdibujaron y con la anuencia del propio líder tupamaro se fue limando el poder del astorismo, al hacer jugar un equipo económico paralelo, responsable de muchos de los desatinos de su administración. En el gobierno de Mujica, Astori fue importante, no solo por lo que hizo sino por lo que no dejó hacer.
En el tercer gobierno de la izquierda, el segundo de Tabaré Vázquez, Astori volvió a ser ministro de Economía.
Y en esta legislatura, Astori debió abandonar el Senado porque debió estar recluido en su casa, prácticamente entre algodones, producto de una enfermedad pulmonar que lo dejó fuera de combate en todo este tiempo. “El dolor no me llevará a dejar de ser un actor político” escribió en la carta mediante la cual presentó la renuncia a su banca en el Senado. “He sufrido una infección respiratoria muy compleja que contraje a mediados de 2020 y que generó una disminución relevante de mi capacidad física, además de la necesidad de someterme a complicados tratamientos a los que he tenido que dedicar mucho tiempo y esfuerzo”.
Astori deja un legado para las futuras generaciones de economistas que quieran incursionar en la política y un desafío para la izquierda, porque hoy no aparece en el horizonte un “Astori” que ponga freno a aventuras populistas o experimentos económicos.
No hay hoy en la izquierda un hombre con su capacidad de articulación y que a la vez sea respetado por todos los actores políticos.
Tenía 83 años.
