No es posible pasar por alto lo que fue la noticia de la semana anterior y que aun hoy continúa reverberando, por lo menos en las redes sociales. El presidente Luis Lacalle Pou y Lorena Ponce de León pusieron punto final a su relación luego de 20 años. La noticia se difundió el viernes 6 y dio lugar a un reguero de especulaciones y teorías de todo tipo en las redes sociales..
Este tema es un buen punto de arranque para analizar, entonces, qué es lo que debe hacer el periodismo cuando se enfrenta a algo referido a la vida privada de las personas públicas.
Una primera pregunta es plantearnos si la separación del mandatario es “noticiable”. En este aspecto no cabe la menor duda que lo es, pero ¿hasta dónde llegar?
A mediados de los años 80 Eugenio Scalfari, fundador del diario La Repubblica de Italia, acuñó una frase para definir a los periodistas: “Periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”. Veinte años más tarde agregó otra frase: “El periodismo es un oficio cruel”.
Así, de acuerdo a Scalfari, el periodista no sólo es quien escribe lo que piensa la gente, sino que hay una crueldad en este oficio. ¿Y cuál sería esa crueldad?, se le preguntó al veterano periodista, hoy con 98 años.
Scalfari respondió: En una cierta manera nos atrae el hecho de que tenemos que ver a los personajes de la actualidad, de los que nos tenemos que ocupar, poniéndolos al desnudo, intentando saber cómo son más allá de la apariencia. Y esto es cruel porque la gente no ama ser desnudada y luego ser descrita en su desnudez, en su realidad, la que nos parece a nosotros, que no quiere decir que sea una verdadera realidad. Por tanto, hay algo de crueldad en esto que ha llegado a crear un proverbio sobre lo que es una noticia, aquello de que cuando un perro muerde a un hombre no es noticia, pero que el hombre muerda al perro es noticia. Sólo que a los hombres no les gusta verse descritos mientras muerden a un perro, ésa es la crueldad.
Llegado a este punto y admitiendo estas reflexiones como buenas, ¿cuál es el límite de esa crueldad referida al ejercicio del periodismo? El límite es muy subjetivo. No hay una regla y no puede haberla, porque cualquier regla sobre este punto disminuiría la autonomía del periodismo, así que la regla se remite al sentido de la responsabilidad del periodista. No todos los periodistas y no todos los medios tienen este sentido de la responsabilidad. Y en ese aspecto la vida privada no tendría que formar parte de esa desnudez, porque está protegida por el derecho a la intimidad. Sin embargo, muchas veces es necesario cruzar ese límite y es cuando la vida privada se entrelaza con la vida pública. Hay límites, sin embargo, son aquellas partes de su vida que los personajes públicos quieren mantener en reserva y que no afectan el cumplimiento de su compromiso público. Por ejemplo la vida sexual que, mientras no se demuestre lo contrario, no afecte el desempeño público.
El maestro de periodistas, el colombiano Javier Darío Restrepo decía algo que parece de perogrullo: Las figuras públicas tienen menos derechos que los ciudadanos comunes a una vida privada, por cuanto los intereses del público pueden depender de uno o varios aspectos privados de esos personajes. Es la razón por la que las enfermedades de un funcionario público -legislador, ministro presidente, etc- deben ser conocidas en tanto pueden afectar el cabal cumplimiento de sus funciones.
El debate sobre lo público y lo privado, como muchas cosas en Uruguay, no ha avanzado; a lo sumo se habla, caricaturizando la situación, de la “argentinización de la política” cuando surgen informaciones del ámbito privado de un candidato. Pero, ¿importa o no importa saber, por ejemplo, cual es el estado de salud de un presidenciable? ¿Es o no relevante para el gran público saber si el Ministro de Economía o el candidato a dirigir la economía paga sus impuestos en forma y si mantiene al personal doméstico dentro de las reglas que exige el Banco de Previsión Social?
¿Seguirán siendo estos temas, como otros, reservados al ámbito privado o saldrán a luz para hacer más democrática y transparente la sociedad?
Es cierto que los límites entre la vida privada y la política son algo problemático, pero la conducta imperante en Uruguay ha sido, hasta ahora, salvo algunas excepciones, de una tajante separación entre la vida privada y la vida pública.