Más allá de que transcurrieron varios días de la visita del presidente de la República a la ciudad de Durazno, aún persisten las repercusiones de esta debido a un gesto que no pasó desapercibido.
Como se recordará, el primer mandatario, Dr. Luis Lacalle Pou, y el ministro de Defensa Nacional, Dr. Javier García, estuvieron en Santa Bernardina a los efectos de participar en la ceremonia conmemorativa del 83.er aniversario de la Brigada Aérea II.
En dicha oportunidad, el único orador fue el jefe de la mencionada unidad, Cnel. (Av.) Pedro Cardeillac, oficial con dilatada trayectoria especializada en la aviación de combate, ya que en su carrera integró el Escuadrón Aéreo 1 (Ataque) —hoy desactivado por no contar con plataformas ante el retiro de servicio de los aviones IA-58 Pucará— y el Escuadrón Aéreo 2 (Caza). Es conocedor de la preocupante realidad por la que atraviesa la unidad duraznense, única en el país con capacidad de defender el espacio aéreo —o por lo menos esa es la función que tiene asignada—, lo que parece muy difícil de cumplir si se considera que actualmente cuenta con una sola aeronave de combate A-37B Dragonfly operativa y tres PC-7U Pilatus del Escuadrón de Vuelo Avanzado; su misión primaria es la instrucción de las nuevas tripulaciones egresadas de la Escuela Militar de Aeronáutica y su misión secundaria constituye el rol que anteriormente cumplía el Escuadrón n.º 1.
Durante su alocución, Cardeillac manifestó ante las autoridades presentes: “Felizmente la región actualmente vive tiempos de paz, pero existen amenazas transversales que no solo afectan al Uruguay, por lo que hay que estar preparados para minimizar los riesgos de esas amenazas y, además, cumplir con los compromisos internacionales de brindar seguridad en la navegación de nuestro espacio aéreo”.
“En nuestro ámbito, esa seguridad se basa en garantizar el uso correcto del espacio aéreo, haciéndolo seguro para las operaciones aéreas nacionales e internacionales lícitas y limitando o desalentando su uso para actividades ilícitas, muchas de ellas vinculadas al crimen organizado y narcotráfico, las cuales tienen impacto directo en múltiples áreas, afectando significativamente el bienestar y la seguridad de la población.
En ese sentido, la Fuerza Aérea tiene un aporte fundamental a realizar ya que gran parte de las sustancias estupefacientes que ingresan al país lo hacen por vía aérea. Cada vez que vemos en algún titular el empleo de algún avión en actividades ilícitas, este ha tenido que transgredir primero las normas aeronáuticas, las cuales se cometen en jurisdicción de la Fuerza Aérea. Si tuviéramos una disuasión creíble, sin dudas que estos transgresores analizarían más detenidamente la opción de usar nuestro espacio aéreo.
El empleo de aeronaves propulsadas por turbohélices, para misiones de este tipo, no debe ser considerada como única opción ya que pueden ser superadas en capacidades por muchas aeronaves de uso civil y de fácil adquisición.
Dicho esto, hago una pausa y resalto que, para recuperar esas capacidades de combate necesarias para el control del espacio aéreo, de un modo razonable, dimensionado y acorde a las necesidades de nuestro país, se requiere de un sistema, en donde, aun teniendo en cuenta otras capacidades que tenemos reducidas, la piedra angular y más necesaria, desde hace varias décadas, continúa siendo el vector interceptor.
Por esos motivos, desde esta parte se reitera la necesidad de adquisición de aeronaves tecnológicamente modernas que cumplan con determinados requisitos técnicos y operativos, en donde se resaltan la capacidad de radar a bordo; que sean propulsadas con motores capaces de lograr y mantener velocidades por lo menos transónicas y en el orden 30 % superiores a las amenazas actuales y futuras; con capacidad de armamento y autodefensa, y sobre todo que cuente con un soporte presupuestal y logístico que permita su continuidad operativa por las siguientes tres décadas”, agregó.
“Si no se concreta esta necesidad, no podremos cumplir con nuestros primeros deberes y responsabilidades, hipotecando a costa de ello la posibilidad de ejercer la autoridad y proteger la soberanía en la tercera dimensión de nuestra patria”, enfatizó el jefe de la base aérea duraznense.
Como suele suceder en este tipo de ceremonias, cuando el orador retoma el lugar asignado, es saludado por las autoridades presentes, pero, en esta ocasión, Cardeillac retornó al palco ante la mirada fría del presidente Lacalle Pou y del ministro García, quienes no cumplieron con la formalidad del caso de extenderle la mano o felicitarlo por el discurso.
Ese gesto fue el disparador para que varios portales especializados en materia de información militar nacionales y extranjeros se hicieran eco de la situación y el sentido pedido de equipamiento para la Fuerza Aérea trascendiera fronteras.
Respuestas ambiguas
Luego de la mencionada ceremonia, tanto el presidente Lacalle Pou como el ministro García fueron requeridos por la prensa y, al ser consultados sobre el reclamo de adquisición de las nuevas plataformas, las respuestas fueron ambiguas. Se habló de la adquisición de dos aviones C-130H Hércules, que llegaron desde España y que cumplen otro rol por sus capacidades, y se mencionó la próxima inauguración de un radar en el aeropuerto internacional de Santa Bernardina, que si bien mejorará la navegación aérea en nuestro cielo, al tratarse de un radar civil, no detecta la incursión de vuelos irregulares e ilícitos ya que quienes incurren en estos apagan el transponder, dispositivo que es detectado por la pantalla.
Ninguna de las autoridades hizo referencia a la preocupante situación que denunció Cardeillac y, teniendo en cuenta el contenido en la Rendición de Cuentas, hace pensar que en esta administración poco se va a hacer al respecto.