El sector agropecuario es, sin lugar a duda alguna, uno de los más resilientes de la economía. El que más rápido debe reconvertirse y lo hace. En andas de necesidades coyunturales –sequía, inundaciones, plagas- el campo busca salir adelante y para ello recibe ayudas estatales y esfuerzos individuales, familiares, empresariales.
En la presente edición de Expo Durazno, la 109ª, se habló de ello. En los discursos de autoridades del Estado y de la gremial organizadora. Pero también en los corrillos, allí donde no hay micrófonos que amplifiquen las voces. Bajo un cielo encapotado al que muy pocos le creen de lluvias y tormentas por estas horas, los cabañeros y gobernantes se reunieron ayer a la tarde en Santa Bernardina para dar inicio formal a la antesala de la Expo Prado.
A diferencia de los años anteriores cuando la pandemia obligaba a la ausencia, en 2023 no faltó nadie. O casi nadie. El secretario de Presidencia, Alvaro Delgado. Los ministros Pablo Mieres, Azucena Arbeleche, Fernando Mattos, Irene Moreira (llegó un poco más tarde acompañada por su esposo, el senador Guido Manini). También asistió el presidente de OSE y del BROU, autoridades del BPS y del MGAP. Diputados, senadores –Sebastián Da Silva, por ejemplo-. Más en segundo plano, líderes de empresas del sector como Estancias del Lago, Minerva Foods, frigoríficos…
Hacia futuro
¿Cómo se abstrae un productor de los problemas que le acucian? Cada uno responde a su manera, pero todos coinciden en algo: durante estos cuatro días de la Expo Durazno más que pensar en lo que nos pasa “se debe pensar en lo que viene, y planificar ese futuro que será muy desafiante”. Las palabras de Alvaro Delgado las hicieron suyas muchos de los asistentes al predio ferial. Porque en definitiva se trata de pensar en 2023 y mucho más allá, en las cosechas de las zafras subsiguientes y en las ayudas económicas que van a requerir los productores damnificados.
Las dificultades están, pero los organizadores se encargan de matizarlas. Así, Ignacio Russi –ingeniero agrónomo, padre de familia, presidente de la SRD- canta una canción que suena de fondo en la red de altoparlantes. Los Olimareños se imponen sobre el silencio de la tarde del jueves 23 de febrero, y Nacho sonríe. Esa sonrisa trata de ser contagiosa y hace pensar que el optimismo del presidente bien se puede trasladar a todos aquellos que hoy padecen la sequía más grande de la historia moderna del Uruguay. Y los niños que corren entre las sillas de los líderes de gobierno, sorteando sus piernas y sus rostros adustos, hablan de un futuro sobre el cual pensar. A expensas de esas responsabilidades para adelante es que abrió formalmente la 109ª Expo Durazno.