La calurosa tarde del martes en la Sociedad Rural de Durazno permitió escuchar con atención a Marcos Giménez Zapiola, una referencia internacional sobre el Bienestar Animal. Dicho y escrito así, con mayúscula, a partir de ser una disciplina que se debería adoptar por todos y cada uno de quienes manejan haciendas ganaderas.
Se trata de un tema que ha ganado terreno, trasmitiendo ideas desde hace décadas en un aspecto que evoluciona está Giménez Zapiola, desde Argentina a Durazno.
“En el año 94 cuando empecé con esto pensé que estaríamos mucho más avanzados. El avance que ha tenido el Uruguay comparado con Argentina y otros países es notable, y superior. Me encanta por eso venir aquí, porque es un tema que se lo han tomado en serio y se van a convertir, van a tener una identidad, una marca por el buen trato del ganado, cosa que no todos los países pueden tener”, relató.
Consultado al respecto de las dificultades para adoptar las buenas prácticas de bienestar animal, argumenta que siempre primó –y sigue primando- la ignorancia.
“Pensaba que si uno explicaba las cosas que expliqué en Durazno de cómo se comporta el vacuno, que la gente lo iba a adoptar pero se ve que no es así. Es muy difícil cambiar lo que generaciones de ganaderos en todo el mundo han adoptado, básicamente –en Argentina- la mayoría de la gente trabaja más o menos con el mismo sistema de hace 100 años. Podrá haber corrales distintos, chips, balanzas electrónicas, pero el concepto básico y el modelo del manejo es el antagónico, el de apremiar y obligar al ganado a hacer lo que se quiere que se haga, partiendo de la base que si no es así el ganado no hará lo que queremos, la vaca no va a entrar al tubo y no va a subir al camión. Debemos desarrollar una parafernalia de herramientas, y es funesto, es la base del maltrato. Cuando mucha gente vive en eso, con lo que se crió, no es tan fácil que cambie su forma de pensar y de trabajar. Me pasa a mí mismo muchas cosas, cuando me equivoco me cuesta reconocerlo. En este caso es un fenómeno más amplio con un costo importante. Cuando yo me equivoco pago yo, pero cuando se trabaja mal la hacienda de un país, pagamos todos. Esos costos están incluidos en el precio que percibe, pues nadie regala plata. Si se sabe que la hacienda viene con determinado nivel de lesiones por maltrato, el comprador –sea frigorífico o feedlotero- saca esa cuenta, pues si no se funde”.
Mejorar, adoptar
Cambiar no es usual, ni fácil. Tampoco lo es en el manejo de ovinos, equinos, suinos, vacunos.
Enfocado en el ganado productivo, el visitante explicó que en muchos casos hay que ir mejorando, en otros adoptar para llegar a cambiar la forma de trabajar.
“Lo más difícil de cambiar es la actitud básica que es trabajar contra el ganado. Y eso viene de la época de fines del siglo XIX, con la aparición de frigoríficos y grandes estancias, cuando se empezó a hacer un manejo más industrial del vacuno. Antes cuando no había nada, si uno trataba mal la hacienda se iba al campo del vecino y no la sacaba más. Ahora uno se puede dar el lujo de tratar mal al ganado, que no lo va a perder. Cuando se alambró y se inventaron corrales y tubos, cuando se inventó el transporte de carga, ya no se necesitaba el saber de los arrieros antiguos. Ahora molemos a palo a la hacienda y conseguimos nuestros objetivos pero con un gran costo material y otro gran costo que es más de orden moral, cultural o de imagen porque el maltrato animal ya no es aceptable”, señaló desde Santa Bernardina, en presencia de productores y técnicos del centro del país.
Invitado por la Sociedad Rural de Durazno, Minerva Foods y Progan, añadió que en una ganadería donde se maltrata rutinariamente a los animales “va a venir un tipo con un teléfono, filmará, lo colgará en la web, al día siguiente habrá un frigorífico al cual le va a costar exportar. Eso le pasó a una industria en Argentina, de ovinos, tenía una marca muy prestigiosa y lo quemaron, fueron crucificados en la plaza pública. A estas cosas se está expuesto. Estamos en un negocio que si tiene una imagen tan deteriorada, todos perdemos”.
Lo que hay que hacer
Una de las consultas planteadas al especialista, tuvo que ver con las cuestiones básicas que se deben adoptar para generar el trabajo de esta forma más amigable.
Respondió, “el vacuno no nació para hacernos renegar ni para hacernos pasar trabajo, yo trataba muy mal a la hacienda. No era un sádico, pero pensaba que para hacerlo mejor había que hacerlo así. El vacuno es una especie muy previsible, regular, porque está domesticado y se adaptó al trato con el humano. Tiene tres principios de comportamiento muy constantes, que son mantener cierta distancia de seguridad respecto a nosotros, de 5 metros. Si somos tamberos es cero, y eso no lo respetamos porque nuestro trabajo es de contacto y pechamos, nos metemos en la zona de lucha del animal. Cuando invadimos su zona, nos hace pasar trabajo. Hay que aprender ese principio y trabajar los animales a mayor distancia de lo acostumbrado, no a 15 metros, pero no hay que andar a los empujones con el vacuno. Hay que manejarlos siempre en manadas, son grupos de animales que se mueven y hay que moverlos así. Saber que hay algunos que van adelante haciendo punta, y si sabemos tratarlos los demás los van a seguir. No hay que usar perros ni gritos para que marchen en cierto sentido, ellos van a marchar en tal sentido y lo harán de buen grado, sin darnos ningún trabajo”, concluyó.
Herramientas e instalaciones para trabajar mejor
Después están las herramientas, y más allá están las instalaciones físicas como corrales, tubos, mangas, galpones.
Todo es parte del relacionamiento con el ganado, la interacción del hombre con el animal.
“Yo recomiendo el uso de banderas, es una señal visual cómoda de usar para uno y le permite al animal alejarse de nosotros, yendo hacia donde queremos, de buen grado, sin golpearse ni lastimarse y sin lastimarnos a nosotros. Esto es un trabajo que debemos hacer, no es una demostración de fuerza ni una guerra a ver quién es más guapo. El ideal es terminar la jornada de 8 horas en el mismo estado en el que la empezamos, pero no muertos de cansados.
Respecto a las instalaciones, es importante, hay algunas que están hechas con el viejo concepto de obligar al ganado. Si lo dejamos, el vacuno hará el trabajo solo sin requerir nuestros gritos ni nada, simplemente mostrando una salida segura. Los corrales son enormes porque se manejaban correos grandes, no es necesario, es mejor manejar en corrales pequeños, 10 por 8 metros, ahí tenemos un lote y no toda la tropa. No hace falta tener un corral de 400 por 400 y andar corriendo con los caballos. Es mejor tener corrales manejables, manejar las cantidades adecuadas para cada espacio”, dijo, esperando que sus palabras calen hondo en los ganaderos de Durazno y la zona.