Hace treinta y pico de veranos, en un pequeño local donde nos ingeniamos para cumplir con todo el ritual de salir a la consideración popular, nacía una modesta publicación semanal que el paso del tiempo vería transformarse en un diario.
Tiempos de heroica y paciente ingeniería editorial, que suplía carencias con esfuerzo y habilidades, no exentas de forzados aprendizajes, de aciertos y errores, de quienes asomaban a un mundo desconocido, donde casi todo era novedoso, sea informática, offset, fotografía, etc.
Y la incertidumbre empresarial de empezar de cero, con solo el apoyo de un voluntarioso capital humano. Tiempos de renacer democrático, que abría ventanas de libertad a la ciudadanía y a la comunicación, con la bienvenida exigencia de volver a conquistar espacios tras una larga etapa de cercenamientos republicanos.
Hoy, inmersos en un mundo diferente, comunicacional y tecnológico, la permanencia del papel impreso conviviendo con otras modalidades, es el gran nuevo desafío para aquella aventura que comenzó un día como hoy casi cuatro décadas atrás. Salud para todos quienes estuvieron y quienes permanecen, así como el permanente agradecimiento para lectores y avisadores, colaboradores de todo momento.