No hay cuadra, no hay manzana, no hay barrio en Montevideo que no tenga a la vista, lastimando las conciencias y la sensibilidad, a hombres y mujeres durmiendo a la intemperie con frío y con calor, con sol o con lluvia.
El paisaje urbano es desolador y se multiplica en la zona céntrica. A la vista de quien quiera, y ya como un objeto más, están tirados, desprotegidos, miles de compatriotas que engrosan los datos de una problemática social que no ha parado de crecer años tras año.
Están ahí, son parte de una ciudad que sabemos que existe, pero que no la vemos o miramos para otro lado porque es lo mejor para no sentir la molestia en nuestra comodidad pequeñoburguesa.
¿Qué pensamos cuando vemos la pobreza? En la mañana de este viernes, antes de escribir esta nota, yendo a la Ciudad Vieja a hacer un trámite, de entre unos trapos y cartones apilados contra una pared emergió un hombre. Primero con una mano, después con la otra corrió lo que hasta ese momento le había servido de abrigo; los ojos hundidos, las mejillas atrapadas por los maxilares, me mira y me pide un pedazo de pan. Apenas me detengo, abro mis manos y le contesto, junto con una mueca: “no tengo”. Sigo mi camino y alcanzo a oír “… igual una moneda”.
Los últimos datos recopilados por el Ministerio de Desarrollo Social muestran esta trágica realidad. El número de personas sin hogar relevadas alcanzó a 1.360, lo cual supone un aumento de 48% en comparación a 2021, cuando se relevaron 920; asimismo, en 2023 se registraron 1.395 personas pernoctando en refugios, lo cual supone un incremento de 8% con relación a 2021, cuando se registraron 1.295. Considerando tanto a la intemperie como en refugios, la cantidad de personas en situación de calle aumentó 24%, de 2.215 a 2.755.
Este porcentaje de 24% va en línea con el crecimiento de los últimos años. En 2016 había 1.393 personas en situación de calle; en 2019, 1.745 (+25%); en 2020, 2.082 (+19%); en 2021, 2.215 (+6%); y en 2023, actualmente, 2.755 (+24%).
El 91% de las personas encuestadas “manifestó consumo de sustancias psicoactivas” y un 50% estuvo, “en algún momento privado de libertad”. Cada día promediamente recuperan la libertad 26 personas, es decir, 182 por semana.
¿Cómo se llega a vivir sin hogar? Muchos factores pueden llevar a esa situación. A veces son circunstancias individuales: un divorcio, el duelo por el fallecimiento de un ser querido, una enfermedad mental, violencia doméstica o el abuso de sustancias, pero también intervienen factores estructurales, como el desempleo (o el empleo precario), la falta de un techo, es gente que se ha caído del sistema, gente a la que apenas se le ha dado un pequeño golpecito y que desbarrancó.
Y no son solamente personas con problemas de adicciones y de relacionamiento los que circulan y viven en las calles. Hay gente que ha estado socializada, que tiene cierta formación y que han perdido lo poco que tenían. Un día se dieron cuenta de que eran pobres, muy pobres
Dos casos:
1) Un cuidacoches en la cuadra del Ministerio de Economía. Se me presentó y muy correctamente me dijo que lo iba a ver trabajando en esa cuadra. Se puso a disposición, pero me advirtió que era transitorio, que estaba haciendo eso para salir del paso.
2) Un joven arregla su cama a la intemperie en la puerta del teatro Odeón, atrás del Banco Central. Me dijo que hace 15 días que está ahí, donde duerme, y para explicarme como hace para alimentarse acuña un nuevo verbo: “volqueteo”. Estaba privado de libertad por rapiña. Quedó libre, tras cumplir la condena, pero sigue pagando por ese delito: nadie me da trabajo, me dice.
Si de algo sirve para consuelo, no es este un problema que afecte únicamente a Uruguay. El panorama no pinta mucho mejor en Europa. En toda Europa más de 700 000 personas se enfrentan cada día (y cada noche) a la carencia de hogar. Este aumento ha sido del 70 % en solo una década y sigue, igual que en Uruguay.