Rodrigo Castells siempre vuelve a Durazno, siempre retorna a Uruguay. Su departamento y su país están en el norte de este aventurero que transcurre la mayor parte del año en la selva amazónica, en la triple frontera de Colombia, Brasil y Perú.
Allí donde se desdibujan las fronteras de los mapas y solamente existen ríos y selva, Rodrigo cumple su tarea misionera en la comunidad indígena de Tucuchira.
Todo esto ya lo sabe cada duraznense que haya leído El Acontecer o aquellos que lo siguen en su cuenta de Instagram. Del mismo modo, los fieles católicos que durante julio del 2022 asistieron a la Iglesia San Pedro y participaron en sus relatos en vivo.
Pero hay muchos miles de uruguayos que desconocen las travesías del misionero jesuita, para lo cual están presentes los medios capitalinos que lo buscan y le entrevistan, intentando trasladar las peripecias que surgen en aquellos recónditos parajes amazónicos.
En Perspectiva, el programa radial del periodista Emiliano Cotelo, fue uno de estos.
“Allí vive un uruguayo que llegó como parte de una misión jesuita, se enamoró del lugar y se quedó. Rodrigo Castells es ingeniero agrónomo, pero dejó su profesión y Uruguay con 26 años para unirse a la Compañía de Jesús. Hace tres años llegó desde Santiago del Estero (Argentina), donde estuvo mucho tiempo, a este sitio recóndito de la selva colombiana. Conocida también como El Progreso, los residentes se desplazan en bote para llegar a la ciudad que tienen más cerca y se dedican a la venta de artesanías. Tanto le gustó a Rodrigo que, cuando los jesuitas decidieron abandonar la misión, él dejó a los jesuitas y se quedó como laico consagrado. Estos días está por Uruguay de visita y buscando fondos para los proyectos que quiere promover en Tucuchira.”
De esta manera fue presentado en el espacio multiplataforma de Cotelo con base en Radiomundo, charlando sobre su vida y las actividades en aquella comunidad.
Antes, misionero
Transcurría julio de 2022 cuando Rodrigo Castells recibía el envío misionero y la bendición del monseñor Martín Pérez Scremini, obispo de la Diócesis Florida-Durazno, para continuar la tarea evangelizadora en la Amazonía, en la frontera de Perú, Brasil y Colombia.
Por entonces, Castells y Pérez coincidían en la Iglesia San Pedro de Durazno.
Rodrigo ya estuvo en la región durante dos años como miembro de la Compañía de Jesús y sumó un tercero desde el jueves 28 de julio de 2022, cuando iniciaba el camino de regreso como misionero laico, consagrado en la Iglesia, en una nueva etapa.
La ciudad se llama Leticia. Ha estado trabajando en una parroquia a la que se llega remontando el río Amazonas varias horas desde la ciudad. Continuará trabajando con los Picuna, una etnia que se extiende entre los tres países y son los “hijos de la yuca”, una cultura agrícola ancestral.
“Yo no sé si voy tanto a sembrar [el evangelio]. Dios va adelante sembrando y yo voy acompañando procesos, para que aquello que Dios quiere de cada pueblo dé fruto, que no fracase. Son comunidades humildes, muy sencillas, casi sin recursos. Son lugares exigentes, por el ambiente y por la distancia cultural de los pueblos. Esto exige salir mucho y tener claras cuáles son las prioridades. En estas realidades hay que tener mucha conciencia para decir sin imponer, para no decirlo todo desde nuestra propia cultura”, relataba el exingeniero agrónomo.
La tarea continúa
Siempre haciendo referencia al Sínodo de la Amazonía, convocado por el papa Francisco, y al documento pontificio Querida Amazonía, donde se marcaron líneas pastorales para caminar en una región extensa con diversidad de cultura y reservorio de vida para el planeta, Castells expresaba: “Dentro de las invitaciones para el trabajo pastoral en esta región me motiva particularmente desarrollar el nuevo rito amazónico. Es una invitación del papa, de la Iglesia. Una nueva manera de celebrar la fe católica, más allá del lenguaje verbal o el idioma, que no sea simplemente reproducir el modo de celebrar europeo, romano. En este proceso me siento especialmente invitado a sumar, integro una comisión de obispos y laicos para hacer camino”.
Ahora, desde Montevideo y desde los medios electrónicos y tradicionales de comunicación, busca construir una posibilidad de recoger colaboraciones para continuar con su tarea, allá lejos y muy pronto.
“Estos pueblos autóctonos necesitan ser reconocidos y valorados y necesitan reconocer la obra de Dios en ellos, incluso antes de haber sido evangelizados. Voy a escuchar más allá del idioma; la escucha tiene que ver mucho más con las actitudes que con las palabras. Al hombre indígena lo escuchás en su siembra de mandioca o en la pesca, a la mujer en su cultivo. Se me hace necesario vivir al ritmo de ellos, vivir como ellos viven, de manera que la escucha sea amplia, profunda, de corazón. Desde ahí recién proponer algo como hombre de Iglesia”, puntualizaba Castells.