Sergio Guarteche fue jefe de policía de Durazno y Canelones, y desde su condición de inspector mayor retirado continúa trabajando y bregando para que la institución policial mejore considerablemente.
Uno de los temas en los cuales marca su preocupación es la cifra de suicidios que se registra entre funcionarios policiales en el último año, tanto en el interior como en la capital del país.
“El privilegio que tiene el policía de estar sentado en primera fila en el escenario de la vida, de los acontecimientos sociales, hace que reciba todo el impacto de las cosas duras que vive a diario y eso va minando su cuerpo emocional, sobre todo”, expresó en diálogo con CW 33 de Florida.
“Además toda la carga de responsabilidad que lleva tanto profesional, como social y familiar, a veces no tiene un escape y eso lo lleva a un nivel de estrés que lo impacta muchísimo, lo hiere”, acotó.
Consultado sobre las herramientas con que cuenta la institución policial para atacar este flanco, entiende que no son las suficientes para llegar a tiempo ni ayudar al funcionario a salir de ese estrés, a no identificar su estado emocional.
Narró su experiencia en el departamento de Canelones, en 2005. “Me preocupé entonces del estado social y emocional del policía. Creé la oficina de apoyo sicológico y ahí con un equipo de sicólogos y sociólogos, cada viernes, traíamos 40 policías para hacer evaluación de su estado mental y emocional. Nos basamos en la experiencia de los Carabineros de Chile, que ellos tienen un programa que abarca los estados emocionales y las vivencias que tienen desde el punto de vista profesional, social, económico. Esa evaluación se hacía cada año en la policía chilena y la empezamos a aplicar en Canelones. De ahí sacamos el nivel de estrés que cada uno tenía, para apoyarlos sicológicamente”.
Guarteche, uno de los funcionarios de rango con mayor exposición pública en el país, dijo haber identificado personas que estaban en un alto nivel de estrés, “encontramos muchos policías y eso redujo la problemática del suicidio en Canelones. También creamos una oficina de apoyo social del policía, pues encontramos una realidad tremenda con un policía y su familia de 8 hijos viviendo en una sola pieza en Shangrilá, con un baño interior, las puertas y ventanas selladas con cartón, durmiendo en el piso. Después encontramos a un funcionario viviendo bajo un puente. Generalmente la institución desconoce estas situaciones, pero exige rendimientos y cumplimientos al policía.
Primero debemos velar por la salud mental y social del policía, apoyarlo, para que nos rinda”, concluyó en diálogo con el medio floridense.