Días pasados, se conmemoró el Día Mundial contra la Hepatitis. La Organización Mundial de la Salud (OMS), junto con la ONG Médicos Sin Fronteras, lanzó una campaña de sensibilización para concienciar sobre la importancia de la prevención, el tratamiento y las consecuencias de la hepatitis si no es tratada.
Aunque la jornada se celebró el 28 de julio, la campaña de sensibilización se extenderá durante todo agosto. El objetivo es informar sobre los síntomas, tipos, causas y tratamientos de la enfermedad, ya que cientos de muertes e infecciones diarias por hepatitis son prevenibles.
El hígado como epicentro
En el informe se expresa: “Cada día, el hígado realiza más de 500 funciones vitales que nos permiten vivir. Por eso es crucial hacerse los análisis necesarios para identificar y tratar cualquier enfermedad hepática a tiempo.
Según la OMS, cada 30 segundos fallece una persona por una enfermedad relacionada con la hepatitis y cientos de miles no están diagnosticadas ni tratadas. Es fundamental redoblar los esfuerzos para mejorar la prevención y la atención médica, salvando vidas y logrando mejores resultados en la salud de las personas. La hepatitis es una inflamación del hígado que puede causar problemas de salud graves y ser mortal”.
Las causas
Generalmente, la hepatitis se debe a una infección vírica o a agentes no infecciosos como medicamentos, toxinas, productos químicos o alcohol. La OMS afirma que diariamente se producen más de 6000 nuevas infecciones por virus de hepatitis. Esto indica que la lucha contra la hepatitis necesita una mayor respuesta mundial para reducir el número de personas afectadas.
“Hay 5 variantes de hepatitis: A, B, C, D y E. Cada hepatitis viral es causada por un virus diferente con características distintas de transmisión, inmunología, evolución y tratamiento. Las hepatitis B y C producen enfermedades crónicas y juntas son la causa más común de cirrosis hepática, pérdida de la función hepática, cáncer de hígado y muertes por hepatitis víricas. Según la OMS, 325 millones de personas sufren hepatitis B y/o C, y para la mayoría, las pruebas y el tratamiento siguen siendo inaccesibles. La hepatitis E puede ser letal para mujeres embarazadas”, se indica.
Los síntomas
Muchas personas con hepatitis A, B, C, D o E pueden experimentar síntomas leves o incluso no presentar ningún síntoma. Sin embargo, cada tipo de virus puede provocar síntomas más graves.
“La hepatitis A, B y C pueden manifestarse con fiebre, malestar general, pérdida de apetito, diarrea, náuseas, dolor abdominal, orina oscura y coloración amarillenta de la piel. Estas infecciones pueden llevar a enfermedad hepática crónica, progresando a cirrosis o cáncer de hígado, lo que representa un riesgo de muerte.
La hepatitis D solo se desarrolla en personas ya infectadas con hepatitis B, causando una forma más grave de la enfermedad y un riesgo elevado de progresión rápida hacia la cirrosis.
La hepatitis E suele comenzar con fiebre baja, pérdida de apetito, náuseas y vómitos durante varios días. Algunas personas pueden experimentar dolor abdominal, picazón, erupciones cutáneas o dolor en las articulaciones, además de ictericia, orina oscura y heces pálidas”, se precisa.
El tratamiento y la prevención de hepatitis
El informe de la OMS asegura que existen vacunas seguras y efectivas para prevenir la infección por hepatitis B. Estas vacunas también previenen la hepatitis D y, cuando se administran al recién nacido, reducen significativamente el riesgo de transmisión de la madre al hijo.
“La hepatitis B crónica se puede tratar con antivirales, ralentizando el avance hacia la cirrosis, disminuyendo el riesgo de cáncer hepático y mejorando la supervivencia a largo plazo. También existe una vacuna contra la hepatitis E, aunque no está disponible en todos los lugares. Para esta hepatitis no hay tratamientos específicos ya que generalmente no requiere hospitalización.
Para el virus de la hepatitis C, los antivirales pueden curar más del 95 % de los casos, reduciendo así el riesgo de muerte por cirrosis o cáncer hepático, aunque el acceso a diagnóstico y tratamiento sigue siendo limitado.
La hepatitis A es común en países con bajos ingresos y donde el acceso a agua potable es limitado, aumentando el riesgo de contaminación alimentaria. Aunque existe una vacuna para prevenir esta hepatitis, la mayoría de las infecciones son leves y las personas se recuperan completamente, desarrollando inmunidad contra futuras infecciones”, se explicó.