Tan autoritaria como bastarda, la irrupción de la barbarie militarista apañada por cierta civilidad afín a ideas totalitarias, literalmente no solo sepultó cientos de cuerpos aún sin aparecer, encarceló miles de perseguidos por ideas, expulsó a otros tantos compatriotas al incierto exilio, también marcó por décadas el alma uruguaya.
Por estos días corre mucha tinta sobre aquel triste golpe a las instituciones, centrada en lo que fue el asalto al parlamento y demás estamentos del poder constitucional, pero aquí y sobremanera, el autoritarismo se sufrió día a día, en actividades tan impensadas como el fútbol, por ejemplo, donde establecimientos militares y el policial, prácticamente vaciaron de sus mejores integrantes a clubes tradicionales.
La memoria local sabe de este y otros atropellos, que quebró la tradicional vida social y provocó el exilio de miles de duraznenses, agobiados por la ocupación generada por acrecida presencia de cuartel, base aérea y policía militarizada.
Así como esa memoria sabe de la terca resistencia de quienes, en ese especie de exilio interior, mantuvieron encendido el fuego libertario y democrático.
En esta edición diversas opiniones abordan el tema a medio siglo de aquel 27/6/73.
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