Dos veces le pidieron la renuncia a Diego Fernández cuando estuvo en cargos de confianza: en abril de 2013, en el gobierno de José Mujica estuvo al frente de la Jefatura de Policía de Montevideo, cuando estaba en pleno desarrollo la reforma policial implementada por Julio Guarteche, pero a la que se oponía calladamente como es su estilo.
Guarteche lo sostuvo todo lo que pudo, pero su compañero de tanda de oficiales de la Escuela Nacional de Policía no le respondió. Ni siquiera por un elemental agradecimiento: todos los cargos que ocupó en la orgánica policial durante la gestión de Bonomi fueron sugeridos por Guarteche: la jefatura de la Guardia Republicana en enero del 2011 y luego la jefatura de Montevideo, en octubre de ese mismo año. Fernández no comulgaba con las ideas de Guarteche, estaba más apegado a la vieja guardia, por eso nunca asumió como propia la reforma policial. La reforma no la sintió como propia y estaba remolón.
La gota que colmó el vaso fue una polémica en torno a la seccional 14, que derivó en un sumario y separación del cargo de la cúpula de la comisaría de Carrasco y el responsable era Fernández. Pero antes estuvo investigado por irregularidades en el sistema 222 de la policía, así que sumando una cosa y otra, Guarteche le tuvo que pedir la renuncia.
En el gobierno actual, Fernández fue nombrado Director Nacional de la Policía, otro cargo de confianza, pero se hizo acreedor de varias tarjetas amarillas hasta que sobrevino la roja.
Antes, hizo el trabajo sucio y sacó a todos los “guartecheristas”, con la anuencia del ministro Jorge Larrañaga, por lo menos aquí obedeció a los mandos civiles. Quizás quedó alguno colgado por ahí, pero el grueso de los “guartecheristas” salieron: se pensaban que eran frenteamplistas ¡Madre mía!
En junio del 2020 por sí y ante sí, sin pedir permiso ni al ministro ni al presidente restituyó una placa en homenaje a Víctor Castiglioni en la Sala de Actos de la Dirección de Inteligencia, en Maldonado y Paraguay.
¿Quién fue Castiglioni? El inspector Castiglioni estuvo a cargo de la inteligencia policial durante la dictadura militar; dejó su cargo en 1982. Unos meses antes de su renuncia informó orgullosamente al Ministerio del Interior de la dictadura, que en cuatro años la Dirección a su cargo había investigado a 300.000 personas, que eran catalogadas en las categorías A, B y C, según su “fe democrática”. En verdad, de acuerdo a la dudosa fe democrática de Castiglioni.
Fernández justificó la recolocación de la placa como un reconocimiento a la labor del inspector Castiglioni: fue un mensaje para “fortalecer” a la Policía. “Fue un acto de justicia profesional”, dijo en aquel momento al diario El Observador.
Con esa acción, Fernández demostró ser lo más rancio y antidemocrático que hay, aun hoy en la Policía. Bolsones de nostálgicos se los llama.
En aquel momento, el ministro Jorge Larrañaga ordenó el retiro de la placa. Se lo pidió el senador Jorge Gandini y el presidente del Directorio del Partido Nacional Pablo Iturralde. Es que ellos sabían de sobra quién era Castiglioni, entre otras cosas porque fue uno de los que persiguió con mayor saña y odio a Wilson Ferreira Aldunate y a todos sus seguidores.
Con Fernández ascendió a las jefaturas de policía una camada de oficiales de la vieja guardia, pero muchos cayeron inmediatamente. El primero, en mayo de 2020, fue el exjefe de Policía de Artigas Alberto González que fue cesado por “no dar con el perfil”. En verdad fue un “guartecherista” que se les había escapado en el control.
En setiembre de 2020, Juan Ángel Fontes renunció a la jefatura de Policía de Flores tras un pedido de procesamiento con prisión por entorpecer una investigación de homicidio de un adolescente en 2008. Llegó Walter Porcile y fue cesado 35 días después de asumir.
Erode Ruiz, exjefe de la Policía en Montevideo, fue destituido luego de que se reuniera con el exdirector de Convivencia y Seguridad Ciudadana Gustavo Leal. El exjerarca policial fue suplantado por el comisario Mario D’Elia.
Martín Botto, quien se desempeñó como jefe de Policía de Río Negro hasta octubre de 2021, renunció a su cargo luego de que un policía de su departamento fuera denunciado por abuso sexual, al que le dio el premio de “Jefe de Policía”, en el marco del 191 aniversario de la institución.
Después hubo cambios en Cerro Largo y Treinta y Tres por casos de corrupción.
Y todos esos jefes tuvieron el apoyo de Fernández, de manera callada obviamente, así que aquellas aguas trajeron estos lodos, porque Larrañaga en el caso de la placa, que fue la primera desobediencia, no se animó a hacer lo que debió haber hecho, esto es, relevar a Fernández por actuar por su cuenta, sin permiso del ministro ni del presidente.
Ahora Heber busca a su Guarteche. Capaz que lo encuentra en José Manuel Azambuya, un hombre que tiene un estilo diferente, de una jerarquía menos vertical y más abierta y que no tiene problemas en el uso de la tecnología, no en vano fue un eficiente director de la Policía Científica desde el año 2016 hasta diciembre de 2020. En 2021 asumió como jefe de Policía de Florida.