Se llama Gerardo Rodríguez, pero bien podría ser Juan López, Mario García o cualquier otro nombre y apellido. Es un padre y pretende ver a su hija. Es un varón, que acepta la ley, pero al mismo tiempo pide igualdad de condiciones con la mujer.
Esta persona ayer se cansó de las idas y vueltas judiciales y decidió hacer visible su problemática, sentarse en la vereda del juzgado local y gritar a los cuatro vientos “tengo derecho a verte, hijita”.
La siguiente es la historia del hombre, de su ex pareja, de su hija.
“El tema es bastante complejo porque de esta señora y yo que éramos pareja hasta el 31 de enero de 2020, nace una preciosa hija en común que hoy tiene 8 años de edad. Un día ella se retiró de casa, manifestando mentiras, amenazas y esas cosas que una jueza le escuchó. Me pusieron restricciones por violencia doméstica, yo las cumplí siempre, nunca alteré en nada.
Para agosto de 2020 habían terminado las restricciones, me impusieron también una restricción de 90 días de no poder ver a mi hija, donde mi hija se impuso frente a ella y la sicóloga. Fue esta profesional que antes de los 3 meses dijo que la niña viera a su padre porque estaba muy desesperada. Tanto es así que el 14 de abril de 2020 la pude ver de nuevo.
Desde entonces la seguí viendo, dos horas, 3 horas, un par de veces por semana. Después me dejaron traerla a casa, se quedaba un día o dos conmigo hasta que se cumplieron los 180 días de restricciones con la mamá.
Tuvimos una buena relación, entre nosotros entendimos que nos habíamos equivocado en algunas cosas. Ella, con mucha manipulación me llevó a entender que las cosas volverían a ser como antes”.
Gerardo trabaja en el interior del departamento y tomó parte de su tiempo para sentarse al calor del microcentro de Durazno y gritar su desesperación.
Allí fue entrevistado por El Acontecer.

vencieron el pasado 13 de diciembre.
“Cuando yo comencé esta relación no quería tener hijos porque supe lo que ellos sufren cuando los adultos se separan. Mis dos hijos varones, mayores, pasaron por esa situación y no quería repetirlo”, dice en diciembre de 2022.
Más tensión
Esa buena relación, de agosto 2020 a mayo de 2022, perduró. “Ella venía a mi casa a traerme la niña. Teníamos un convenio vigente de tenencia compartida, lo incumplíamos en base al bienestar de la niña. Por ejemplo, ella la tenía 2 días y se quedaba conmigo 4 días, lo violábamos los dos por el bienestar de la niña, que optaba por estar con uno de los dos. La niña era feliz, íbamos a la fiesta del colegio en forma conjunta y ella se alegraba mucho. Allí estuvimos cuando juró la bandera”.
Pero… aquellos buenos momentos, un día comenzaron a esfumarse.
Siempre de acuerdo al relato de Gerardo Rodríguez, “en mayo de este año la señora comenzó a echar veneno en el barrio Antonaccio -donde vivía- y comenzaron a aparecer perros y gatos muertos. Un día estábamos comprando ropa y me confesó cómo y qué había echado, los perros que habían muerto. Lo grabé porque era algo grave, con lo que nunca estuve de acuerdo. Al mes fui a ver la nueva estructura del puente con una perrita salchicha que mi niña quería, la adoraba, le sacó el miedo a los perros a mi hija. Jugábamos en todos lados, la llevaba a su casa, venía todo bien hasta que un día mi perra se envenenó de alguna forma. Y se murió. Le increpé un poco que tuviera cuidado con las cosas que hacía. Ella misma se había intoxicado, la llevé a emergencias porque siempre acudía a mí cuando tenía algún problema.
Mientras ella trabajaba me hacía cargo de la niña, pero sucedió eso. Empezaron a aparecer denuncias de los vecinos por muerte de perros y gatos, con muchas denuncias. Un día un vecino me dijo que como yo estaba yendo al interior con una cuadrilla, ella me acusaba de que yo traía el veneno. La policía comenzó a investigarme, y entonces decidí defenderme. Le enseñé el audio de la grabación, cuando ella aseguraba la forma y los perros que habían muerto. Tiene como cómplice a una vecina, que inclusive en una ocasión me pidió veneno”.
Luego de estos graves episodios, retornaron las denuncias por violencia doméstica, por insultos.
Más muerte
“Le compré otra perrita igual a mi hija en el barrio Colón de Montevideo, a la cual lógicamente también quería llevar a su casa. Le expliqué que no, pero finalmente accedí. Le dije a la madre que ella era la responsable. Volvieron otras denuncias, también por acoso, mentiras. Una jueza de 4to Turno le hizo caso y me pusieron restricciones, 180 días sin posibilidad de acercarme a ella y 90 días sin ver a mi hija. Me aguanté ese tiempo sin ver a mi niña, un castigo para mí y para mi pequeña, para quien vivo. Le pago el colegio, la asistencia médica, la cuido, mi hija es sagrada para mí y me aguanté. El 28 de noviembre era mi cumpleaños, cuando finalizaban las restricciones. No la pude ver ese día. El 11 me echan veneno dentro de mi casa, matan a la perra. Llamé a la policía, fui a la veterinaria que expidió un certificado. Todo fue realizado para que yo reaccionara”, agrega el hombre con la voz entrecortada.
En todo momento se muestra sereno, pero la emoción le vence. Contó a El Acontecer que el convenio de tenencia compartida está en vigencia nuevamente, reseña que su ex pareja debería haberle entregado a la niña el día 13 de diciembre, algo que hasta la fecha se ha incumplido.
Su abogada radicó ante la Justicia local la denuncia de incumplimiento, considerando que desde el 13 del corriente mes no se ha aplicado el acuerdo vigente. Son 9 días… y contando.
Por ello la vereda, los carteles.
“Frente a esa desesperación porque sé que mi hija también está pasando mal, es que hago lo que hago. Me atendió la secretaria de la jueza y quedaron ante mi abogada que iban a intimar a mi ex pareja para que cumpla con la tenencia compartida, pero no lo cumple y nadie hace nada.
Yo hice esto para que me escucharan, para que vieran lo que ha estado pasando. Esta señora ha hecho mucho daño, ha matado animales, lo sigue haciendo, la jueza escuchó los audios respecto al envenenamiento y no ha hecho nada. Los vecinos la presionaron tanto que tuvo que mudarse del lugar, ahora vive en el centro y ahí me pusieron una restricción de 500 metros para que no me acerque ni siquiera a la zona céntrica. No pude saludar a mi hija en su cumpleaños, ni siquiera enviarle un audio. Mi hija no me pudo mandar un saludo en mi cumpleaños. No la pude acompañar en su fiesta de cumpleaños. Mi hija es feliz estando conmigo. Los padres de sus compañeras de colegio confiaban en mí para que pasearan y jugaran juntas. Mi hija es sagrada. La vida me quitó uno, me quedan dos, ansío ver a mi hija”.
En el final del testimonio, aparece para Gerardo Rodríguez un poco de expectativa. “Ahora dicen que en tres días podré ver a mi hija. Yo estoy seguro de lo que he hecho, estoy desesperado, acorralado, por eso hice eso, quiero ver a mi hija en Navidad”.
La otra campana
La versión de Gerardo es contrastada por la Dra. Lucía Arambillete, abogada de la madre de la niña.
Ante la Justicia, en todas las situaciones registradas sobre este caso, aparecieron abogadas defensoras de cada parte. De hecho, la niña tuvo una defensa de oficio que también recabó su voluntad. “Están todas las partes asistidas”, se deja en claro desde quien debe mediar en este intrincado caso.
“La suspensión de las visitas se dio en el marco de un proceso por violencia de género, una denuncia que comenzó en junio de 2022 donde como medidas de protección se dispuso medidas en favor de la niña y de la madre.
A tal punto que el hombre se encuentra con tobillera, un dispositivo electrónico, por eso es imposible que su ex pareja le haya envenenado perros como él argumenta”, señala la Dra. Arambillete a El Acontecer.
La profesional nos informa que las medidas se extendieron hasta junio de 2023, un total de 6 meses más de las que ya tenía Rodríguez por incumplimiento.
¿Por qué? “El incumplimiento genérico que sumado al informe de riesgo de precepto, tuvo como consecuencia la imposición de dispositivo electrónico de monitoreo. Se toma como incumplimiento, riesgo alto de acuerdo a los parámetros judiciales”, explica la Dra. Arambillete.
Acepta que el varón disponía medidas separadas de la madre de no ver a la niña por 90 días, que sí vencieron el pasado 13 de diciembre.
“En ese mismo sentido, nosotros aún sin involucrar a la niña, se comenzó a hablar para reestablecer las visitas a través de INAU. Si bien se suspendieron las visitas respecto a la niña, se planteó una revinculación respecto a una institución especializada”, que en este caso sería el Instituto de la Niñez y Adolescencia.
“No se coarta el derecho a nadie, y cuando se trabaja con niños se realiza una transición progresiva, generalmente al principio supervisada porque la violencia existió y hay que enseñarle a los niños lo que está mal. Nosotros iniciamos eso y presentamos ante el juzgado unas visitas provisorias con INAU”.
En contacto telefónico con El Acontecer, la abogada manifestó la dualidad que se vive por estos días: la restricción caducó pero la forma de revinculación aún no está definida, de allí proviene la demora temporal que ya suma 10 días.
“No es que la mamá un día dijo que la niña no podía ver al padre. El señor tiene una tenencia compartida, pero ante violencia y vulneración de derechos de madre e hija, se suspenden las visitas por el plazo de 90 días y lo que esta parte solicita es el restablecimiento responsable y cuidado de las mismas para evitar nuevas vulneraciones”, concluye la representante legal de la madre de la niña, a quien en todo momento se busca mantener alejada de este tipo de situaciones judiciales.
¿Varones culpables?
“Hoy en día somos culpables por ser hombres, nada más. Hay muchos más padres varones en esta situación. Yo puedo probar todo lo que digo, jamás amenacé ni golpee a nadie y sin embargo mi ex pareja me ha dejado ante todos como un monstruo. Si la gente conociera a esta persona otra sería la historia. Muchos padres están pasando por estas situaciones y lamentablemente la Ley de Violencia de Género protege a la mujer, con lo cual estoy de acuerdo, pero no al extremo de que te crucifiquen solamente por ser hombre. Las cosas deben ser más estudiadas, más investigadas, no se debe dar caso a todas las mentiras”.
Gerardo Rodríguez, diciembre 2022
“El incumplimiento genérico que sumado al informe de riesgo de precepto, tuvo como consecuencia la imposición de dispositivo electrónico de monitoreo. Se toma como incumplimiento, riesgo alto de acuerdo a los parámetros judiciales”
Dra. Lucía Arambillete, diciembre 2022