El 25 de agosto no solamente se cumplió un nuevo aniversario de la Declaratoria de la Independencia Nacional, sino que también se marcó una fecha especial para uno de los símbolos más tradicionales de la iglesia San Pedro de Durazno.

Se trata del primer siglo que marcó el transcurso de una ciudad y su gente.
Desde la Diócesis Florida – Durazno no se dejó pasar desapercibida la instancia. “Se cumplieron 100 años del reloj de la parroquia San Pedro de Durazno, todo un signo para esta ciudad que ha visto pasar a lo largo del tiempo los acontecimientos históricos y culturales que hacen propio a su identidad”, sintetizó Fredy Huertas.
Desde aquel lejano 25 de agosto de 1923 hasta este momento —agosto de 2023—, una compleja maquinaria sostiene en funcionamiento este reloj que marca la hora de la ciudad.
Mucho de historia
“En este día, grande y solemne para la patria, festeja también nuestra parroquia el estreno del valioso reloj que ostenta la torre de nuestra Iglesia Matriz, debido a la generosidad de los esposos Oscar da Porciúncula y Olga R. de da Porciúncula”. Así se acreditaba por entonces, hace un siglo exacto, el donativo y el estreno; se observa el detalle de la ausencia del apellido de la señora Olga.
La comunicación estaba dirigida a “mis amados feligreses” con la firma del cura encargado Luis Llombart.


“En realidad indica un adelanto más para nuestra hermosa ciudad, adelanto que es de gran utilidad y provecho para todos los habitantes de ella. Nuestro reloj ha comenzado a marchar a las 12 horas del día 25 de agosto de 1923. Que sea esta la fecha de una nueva etapa de trabajos, de esfuerzos y hasta de sacrificios, si son necesarios, para ver cristalizado cuanto antes el deseo de nuestro antecesor, hoy Monseñor Joaquín Arrospide, y de todos los habitantes amantes del adelanto de esta progresista ciudad: ver de una vez terminada esta grandiosa obra, nuestro arquitectónico monumento, la casa de Dios, con su frente terminado y su ornamentación debidamente aplicada. Yo por mi parte no escatimaré sacrificio para ver realizado ese deseo de todos y mucho más alentado por el decidido concurso de la activa comisión administrativa nombrada por el señor Obispo para culminar los trabajos”, relataba entonces la misiva dirigida a los feligreses católicos del Durazno de hace un siglo.
En otro párrafo del documento, al que pudo acceder El Acontecer, se ilustra la difícil situación económica que se atravesaba en el centro del país en 1923.
“No ignoramos la difícil situación económica por que atraviesa el país en estos momentos, por eso solo recordamos a los que buenamente puedan, que desearíamos comenzar cuanto antes el reboque del frente pero dejando siempre a entera comodidad de los anotados el hacer sus entregas según sus fuerzas lo permitieran”, se expresa.
Las cuotas podían entregarse en Caja Popular o en el despacho parroquial, buscando aportes en efectivo para continuar con las obras edilicias de la iglesia ubicada frente a la plaza Independencia.