Durante 48 horas el presidente de la República, Luis Lacalle Pou, la vicepresidenta Beatriz Argimón y el canciller Francisco Bustillo, debieron distraer sus preocupaciones habituales, esto es gobernar cada uno desde su lugar, para atender y bajar los decibeles de un problema diplomático con España a raíz de un par de tuits ofensivos contra el presidente del gobierno español y líder del Partido Socialista Obrero español Pedro Sánchez, de la senadora y en ese momento ejerciendo la vicepresidencia Graciela Bianchi.
Bianchi fue directora del Liceo Bauzá y secretaria del Codicen, es abogada, escribana y docente de Historia. Fue fundadora del Frente Amplio, integrante del partido Comunista uruguayo, pero desilusionada con los gobiernos de la izquierda decidió afiliarse al Partido Nacional y apoyar a Luis Lacalle Pou.
Hasta ahí nada notable. Son pases que pueden darse en la política; de hecho el Frente Amplio se hizo con base en los partidos tradicionales: Alba Roballo, Zelmar Michelini del Partido Colorado o el propio José Mujica de origen blanco, también.
El problema es la acción, no ya parlamentaria sino la mediática de esta senadora que incluso cuando se despierta de noche, ella mismo dijo que tiene insomnio, y escribe en las redes en la madrugada frases hirientes, fuera de contexto, muchas veces falsedades.
No es la primera vez que la senadora ágil de lengua y dedos vertiginosos pone en entredicho a nuestro país con otro o con otro presidente.
Ahora fue con España. “Con el PSOE se tiene asegurado la financiación y los valores de las narcodictaduras cubana, venezolana, nicaragüense, iraní, el terrorismo de la ETA, y el separatismo catalán que quiere terminar con España”, escribió Bianchi el lunes pasado en twitter, luego de las elecciones en España. También relacionó el sanchismo —la línea del presidente actual, Pedro Sánchez— con el comunismo y anarquismo inspirados en Stalin.
La vicepresidenta Argimón en España en ese momento debió disculparse con el gobierno de Sánchez tras los comentarios de Bianchi. “No nos representa”, dijo Argimón y el canciller Bustillo también debió pedir disculpas a su homólogo de España. También se supo que el presidente le pidió a Bianchi que no se refiriera más a los resultados de las elecciones en España.
Antes de esto, puso en entredicho a Uruguay con Colombia. Fue por una de las falsedades que publicó: una foto del presidente Gustavo Petro de Colombia junto con el narcotraficante Pablo Escobar. La foto era falsa, un truco a ojos vista, como los muchos que se publican en las redes. La imagen circuló profusamente en redes sociales y el servicio de verificación AFP Factual, desmontó el bulo al afirmar que se trataba de un montaje, pero la senadora, lejos de pedir disculpas por el error, se ratificó.
Bianchi, sin hacer más referencias al origen de la imagen, argumentó que “la realidad no es un montaje. Hay que aceptarlo”, y detalló que Petro “perteneció más de 40 años a las FARC y estas fueron y financiadas por el narcotráfico”, pese a que, en rigor, el mandatario electo de Colombia formó parte del grupo guerrillero M-19, no de las FARC.
Esa no fue la primera vez que Bianchi difundía información confusa o inexacta en redes. En otra oportunidad compartió una falsa noticia donde se aseguraba que la ONU había calificado a Lacalle Pou como el mejor presidente del planeta, algo que no ocurrió.
Tiempo atrás, en agosto de 2019 había dicho en el programa Todas las Voces de canal 4, cuando era diputada que tenía información y pruebas de corrupción del director de Aduanas del Frente Amplio Enrique Canon que iba a hacer la denuncia.
Nunca la hizo.
Hubo más, en una oportunidad, en octubre de 2018, dijo que tenía las pruebas del asesinato del fiscal argentino Alberto Nisman el que fue “organizado” en Uruguay, según información a la que dijo haber accedido “por los servicios de inteligencia norteamericanos”, y que involucraría a “células de Hezbolá”.
Aquellas declaraciones, realizadas en una entrevista con la diaria tuvo rápidas repercusiones en Argentina. “Yo tengo un pendrive con toda la documentación”, aseguró Bianchi y en aquel momento agregó que iba a presentar pruebas.
Nunca lo hizo.
Graciela Bianchi llegó al Senado no porque tenga votos propios, cosa que dudo, aunque ella dijo a la prensa argentina que aporto 500 mil, sino porque es funcional a una estrategia, pero se le está yendo de las manos cada vez más y complicando. Toda vez que Bianchi tuitea se fortalece el ala más derechista del Partido Nacional y los de Manini pierden plasma, pero ¿hasta cuándo sirve esta estrategia? Ya en voz baja hay quienes desde el Partido Nacional afirman que se ha convertido en un problema. El asunto es ¿quién le pone el cascabel al gato? o quizás más práctico, ¿quién le saca el celular?