El departamento de Durazno tiene la particularidad de su riqueza en relación a sitios y edificios, como la Capilla de Farruco, que han marcado parte de la historia departamental y nacional, transitar por las calles de la capital o desplazarse por las diferentes rutas del interior profundo significa respirar historiado de ejemplo el lugar donde el Gral. José Artigas acampó durante el Éxodo del Pueblo Oriental, el inmueble en el que gobernó el Brig. Gral. Juan Antonio Lavalleja, la casa que fuera la sede de la Presidencia de la República del Brig. Gral. Fructuoso Rivera, el sitio donde se desarrolló la Batalla de Carpintería, la casa donde la mujer ejerció el derecho al sufragio por primera vez en América Latina, el cuartel en el que estuvieron detenidos los tripulantes del acorazado alemán Graf Spee, entre otros lugares de importancia.

Un camino similar puede correr el emblemático edificio que conforma la Capilla de Farruco, la única construcción original de la época colonial que se encuentra en pie en nuestro país.
Aberturas rotas, pasto alto, heces de oveja, techos derrumbados, humedad en las paredes, son escenas que lamentablemente hoy se pueden observar en Capilla de Farruco, edificio que representa parte de la historia colonial de la entonces Banda Oriental y que incluso lo vinculan a la figura del prócer, el General José Gervasio Artigas.
Con el paso del tiempo, lejos quedaron las famosas romerías que allí se desarrollaron y que convocó a un importante marco de público, con el impulso que le dio Juan Straneo Ruíz cuando estuvo al frente de la dirección de turismo de la comuna, apoyado en la fuerte inversión que hizo la Intendencia de Durazno para la restauración del edificio.


El importante costo económico de su mantenimiento, como el que representa continuar restaurando la parte que no fue intervenida en la primera etapa de las obras desarrolladas oportunamente, hacen que el gobierno departamental, con los recursos que cuenta para administrar, determine cuales son las prioridades para invertir, encontrándose entre ellas las de concretar obras viales, alumbrado público, entre otras.
A nivel del gobierno nacional tampoco se ha logrado captar el interés de que surjan recursos económicos para ser destinados a preservar la antigua capilla, como así tampoco desde instituciones o fundaciones privadas, tanto de Uruguay como del exterior.
Mientras el tiempo transcurre, el deterioro y abandono en la Capilla de Farruco se hace notar y pide a gritos se destine atención y medios para que las futuras generaciones puedan ser testigos del pasado de la historia de esta tierra y que además se fomente el turismo para que los uruguayos y extranjeros logren apreciarlo, antes de que se transforme en ruinas y solo queden fotografías y videos de lo que en su momento fue.
La importancia de la construcción
Se trata de una construcción que data del año 1782 y corresponde al período español de la época colonial y debe su nombre a que fue levantada en un campo propiedad de Francisco Rodríguez a quien apodaban “Farruco”, hombre de origen gallego, quien resultó ser uno de los aventureros civilizadores de la campaña oriental, territorio que presentaba muchos peligros en esa época.
Está ubicada en camino San José de Las Cañas, entre los arroyos Las Cañas y Cordobés. Tanto la capilla como el fortín, constituyen una edificación de bloques de piedra con enrejado de diseño español. El lugar fue restaurado en el año 1960 por Juan Pivel Devoto y Aníbal Barrios. En el año 2000 se realizan nuevos trabajos a instancias del entonces Intendente Lic. Carmelo Vidalín y la Comisión de Patrimonio Nacional. Un año después se organiza la primera edición de la denominada “Romería internacional, fiesta de la hermandad hispano-uruguaya” que convocó a cientos de personas, en las que se compartían bailes, comidas y bebidas, tanto de origen español como también criollas.
Según estudios realizados por destacados historiadores, la mencionada capilla, fue primero patrona del santuario de Nuestra Señora del Rosario de las Cañas y posteriormente San Martín de Tours.
Actualmente no cuenta con el mobiliario que supo vestirla, como así tampoco se encuentran allí documentos, libros, la campana y un pequeño cañón, el cual se encuentra en la ciudad de Sarandí del Yí, presencia que se explica en el sentido de que la denominada azotea de Farruco fue el primer cuartel de las Milicias del territorio entrerriano.
El vínculo con el prócer
Este edificio, no solo representa un vínculo con la época de los españoles, sino que también lo relacionan con el General José Gervasio Artigas, ya que, en ese preciso lugar, nuestro prócer se une al Ejército, en el regimiento de Blandengues, el 10 de marzo de 1797, cuando tenía 32 años de edad, utilizando esas instalaciones como habitación de descanso cuando residía en aquellas ocasiones en las que visitó la zona y dada su formación católica, oraba en la capilla.
Planteo en la Junta Departamental
En la pasada sesión de la Junta Departamental, el edil Guillermo Gurbindo, hizo referencia al estado de la capilla “se trata de la única propiedad de la época colonial del siglo XVIII, que existe en nuestro departamento y creo que, en nuestro país, que es la propiedad que pertenencia a Francisco Rodríguez que todos conocemos popularmente como Capilla Farruco.
Se puede ver el estado en el que se encuentra el particular monumento histórico, que no solo tiene las características mencionadas, sino que en el año 1797 se suma el jefe de los orientales a los Blandengues y luego cuando recorría la zona, se dice que no solo dormía ahí, sino que también oraba en la capilla. Pretendemos que este edificio sea reacondicionado como se hizo en su momento en los años sesenta por Pivel Devoto y Barrios Pintos, atendiendo la significación que tiene para todos los orientales y que sería muy notable de que estuviera en condiciones para cuando se haga la ruta que está planificado pase por enfrente del mismo” expresó el curul.
La Capilla de Farruco sola contra el tiempo
Hoy la histórica Capilla de Farruco, con sus nobles materiales, desafía al paso del tiempo y al olvido, esperando por épocas mejores en las que el esfuerzo mancomunado de gobiernos, instituciones y personas, posibiliten que vuelva a brillar.