El próximo domingo 31 de agosto se cumplirán cien años del accidente aéreo que le costó la vida al joven aviador duraznense Mario Walter Parallada, transformándose en el primer mártir de la aviación militar nacido en Durazno.
La Fuerza Aérea Uruguaya, a través de la Brigada Aérea II, organizará una ceremonia conmemorativa el lunes 1º de setiembre en la necrópolis de Durazno. El acto será encabezado por el Gral. del Aire Fernando Rubén Colina y contará con la presencia de autoridades nacionales y departamentales.
Acto en la necrópolis de Durazno
La recepción de autoridades será a las 11:20 horas y a las 11:30 dará inicio la ceremonia con honores fúnebres, acompañados por la Banda de Músicos de la Fuerza Aérea. El Cnel. (Av.) Shandelaio González, comandante de la Brigada Aérea II, hará uso de la palabra. Luego se colocará una ofrenda floral en el panteón donde descansan los restos de Parallada, se ejecutará el toque de silencio y una formación aérea de la FAU y la Escuela Militar de Aeronáutica realizará un pasaje final.
Primer mártir duraznense de la aviación
En un tiempo en que la aviación era una actividad de riesgo, Mario Walter Parallada se destacó como piloto e instructor. Nacido el 10 de agosto de 1899, ingresó a la Escuela Militar en 1919 y obtuvo el brevet Nº 19 de piloto aviador en 1923. Dos años más tarde fue acreditado como Piloto Aviador Militar, ostentando el grado de Teniente Segundo.
El 31 de agosto de 1925, mientras pilotaba un SPAD VII en Montevideo, sufrió un accidente fatal durante una maniobra de práctica en el barrio Bella Vista. Tenía solo 26 años. Su muerte motivó cambios en la reglamentación de vuelos militares y dejó una marca profunda en la historia de la aviación uruguaya.
Homenajes y legado
En 1939, el aeródromo de Santa Bernardina fue designado como Base Aérea “Tte. 2º Mario Walter Parallada”. Más tarde, en 1954, se inauguró un monolito en su memoria en la entrada de la base.
A pesar del paso del tiempo, su nombre sigue vigente: cada día los pilotos militares y civiles que se comunican con la torre de control de Durazno reciben la respuesta “Parallada torre, prosiga”, manteniendo viva la memoria del joven aviador.

















